domingo, 27 de enero de 2008

LA CAPACITACIÓN DE FACILITADORES A TRAVÉS DE HILOS ELECTRÓNICOS.

Un profesor universitario de este siglo, un profesor vigente con sentido de pertenencia al ámbito educativo puede obviar su inmersión en un mundo nuevo en el cual él se introdujo tardíamente, en comparación con otras generaciones que ya nacieron con la tecnología instalada. Esta situación no exime a los docentes de la responsabilidad de correr a incorporarnos al boom tecnológico con toda la eficiencia que requiere nuestra actuación, con toda la calidad que exigen las nuevas generaciones a quines en les sorprendió la llegada de la TIC.

Dice Emilia Ferreira(2002), nuestra insigne investigadora latinoamericana, que buena parte de nuestra población, considerada letrada, es realmente iletrada respecto del uso de la tecnología. La autora postula que los cambios son acelerados y sólo resta imaginar los impactos de éstos en la comprensión y en la producción, en los usos sociales de la escritura y en la educación. Finalmente, alerta sobre la promesa incumplida de la alfabetización digital y se pregunta si seremos capaces e generar una política del libro que elimine las desigualdades entre los alfabetizados y los no alfabetizados desde el punto de vista tecnológico.

La Educación abierta y a distancia se define como un proceso complejo cuya principal meta es la formación del estudiante. Su característica sustancial es que el participante debe ser autodidacta, saber autodirigirse y automonitorearse, con la posibilidad de realizar trabajos independientes. También es imprescindible que asuma su compromiso grupal para socializar sus conocimientos hasta lograr integrarse en comunidades de aprendizaje. Para tener éxito en esta modalidad, el profesor, tutor o asesor necesita aplicar la enseñanza desde una perspectiva particular. El trabajo del facilitador en línea tiene una nueva dimensión al fomentar los aprendizajes con alumnos que están cerca de él de manera epistemológica, para expresar sus dudas y recibir orientación. En esta modalidad, facilitador y participante están distanciados físicamente pero no en lo cognoscitivo. Esta condición repercute en la aplicación de la pedagogía: el facilitador debe poseer o desarrollar sus habilidades para la enseñanza utilizando los medios tecnológicos, que no son sencillos para aquellos educadores que tuvieron que asumirlas en edad adulta pues sus experiencias anteriores fueron distintas con el uso del pizarrón, los libros impresos y la escritura a través del papel y el lápiz.

En los cursos en línea la actuación del nuevo maestro(a) es necesaria para ayudar a centrar la discusión en lo más importante de la temática y guiar el participante en la internalización de sus aprendizajes. Sólo así podrán alcanzar los objetivos del curso. Este es el importante reto de nuestra Maestría Robinsoniana.

Juan Figueroa Carreño

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