miércoles, 9 de julio de 2008

EL SUJETO PEDAGÓGICO

República Bolivariana de Venezuela
Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez Maestría en Educación Robinsoniana Curso: Visión Emergente de la Educación en el Ámbito Socio Político Contemporáneo








SUJETO PEDÁGÓGICO: ¿CÓMO SE CONSTITUYE?






INTEGRANTES DEL GRUPO 1B:
YUMEN ZEIN, JUAN FIGUEROA Y YANETT MARCANO









BARCELONA, JUNIO DE 2008

¿COMO SE CONSTITUYE HOY EL SUJETO PEDAGÓGICO (MAESTRO- PARTICIPANTE O ALUMNO, CONTENIDO Y EVALUACIÓN)?

La educación es un proceso vital para la formación del hombre, para la construcción y comunicación del conocimiento, para la reflexión acerca de la vida, de la existencia, de la naturaleza social. Además, la educación como proceso permite se generen los espacios alternativos para la construcción de conceptos y se dé el fomento del sistema de valores y sentimientos, para garantizar una mejor calidad de vida. Este nuevo enfoque exige la puesta en práctica de Modelos Educativos Emergentes, para poder responder al proceso de transformación social, que particularmente en el caso de la República Bolivariana de Venezuela, garantice una sociedad profundamente humanista y socialista. De manera que se requiere la formación de ciudadanos y ciudadanas con un alto compromiso social y que dé respuestas a los problemas del entorno.

Es importante hacer algunas reflexiones sobre el capitalismo, este sistema basa su dominación en la creación de una conciencia capitalista, tal cómo lo plantea Reyes N. (2008), quien, también señala que: “…Existe un poderoso sistema mediático de construcción de la ética capitalista, que se encarga de sembrar en la mente social los valores del individualismo, del egotismo, para impedir la organización, obstaculizar la vida en sociedad y en colectivo, valorizar a las personas por los bienes materiales…” Lo anterior enfatiza la necesidad de que desde la escuela y con la implementación de paradigmas educativos emergentes se fomente una ética socialista, basada en la internalización de valores trascendentales del ser humano como lo son el amor, la solidaridad, la justicia social, la responsabilidad social y el trabajo colectivo. La escuela, para el fomento de este nuevo sistema socialista, debe procurar la participación de la familia, la iglesia, los medios de comunicación alternativos y tradicionales y los consejos comunales. Ya desde 1964, un grupo de científicos de la conducta, entre los que se pueden mencionar Abraham Maslow, Carl Rogers, Rollo May y Gordon Allport, manifiestan preocupación porque el proceso de la globalización, del comercio y la tecnología, estaban impactando en la cultura de los pueblos, por lo cual, ante las alternativas a evaluar para dar respuestas a la existencia humana, mencionaron: los sentimientos, las emociones, la creatividad, los valores y la Ética de la Identidad y del Ser. Sus trabajos sirvieron de base para el desarrollo de la psicología transpersonal, lo que considera la realidad de los valores internos del ser humano, para ser reconsiderada en el proceso de re-educación del ser humano. Maslow, propone una nueva dimensión fuera de los conceptos de motivación y necesidades, hacia el desarrollo interior pleno. De manera que el enfoque de una educación centrada fundamentalmente en la esencia del ser humano, ha sido objeto de investigación y análisis desde años anteriores. No obstante, es ahora cuando se observa una mayor necesidad de propulsar una formación humanística, ante la devastadora experiencia que genera el capitalismo salvaje con consecuencias desfavorables para las personas y el colectivo (egoísmos, pobreza, individualismo, injusticia social, destrucción del ambiente, entre otros.)

Surge, entonces, una importante misión que cumplir, esta nueva y trascendental misión plantea la construcción de un sujeto mediador, que llamamos sujeto pedagógico. Nos referimos a la relación entre educador y educando, al producto de la vinculación entre los complejos sujetos sociales que ingresan a las situaciones educativas y los educadores, también complejos. Esta relación entre educador y educando, siempre mediada por el currículo es denominada sujeto pedagógico.

La Educación constituye un proceso simultáneo de construcción de nuevos saberes y desarrollo personal, lo que exige en el mundo contemporáneo una práctica pedagógica interactiva y participativa, donde el educando intervenga como sujeto activo en la búsqueda de conocimiento. Estas nuevas exigencias de la Educación están condicionadas por la necesidad de formar, más que hombres enciclopédicos, ciudadanos(as) activos(as) en la búsqueda del saber, capaces de poner sus conocimientos en función de la solución de problemas y de transformar la sociedad, en aras de un mayor desarrollo y una mayor justicia social. Al respecto, Batista J. (2007) señala la Declaración de la UNESCO, Educación para la Paz, la cual precisa el grado de desorientación del sistema educativo como un fenómeno mundial y señala, por tanto la necesidad de una educación integral del ser humano, se precisa: “Una educación auténtica no puede orientar el conocimiento hacia el único polo exterior del Objeto enterrado bajo centenares de disciplinas de investigación sin orientar al mismo tiempo su interrogación hacia el polo interior del sujeto.” Ciertamente, la dinámica de los tiempos actuales imprime a la educación el necesario poder que potencie nuevos procederes metodológicos y pedagógicos hacia un enfoque más humano, se oriente a la formación de la personalidad integral, donde interactúen lo cognitivo y racional con lo efectivo-emocional, con el propósito de lograr la formación de un individuo que piense, sienta y actúe. Por lo que se demanda emerja una nueva Pedagogía que facilite las posibilidades de exponer el aprendizaje, desaprendizaje y reaprendizaje; también se pide una Teoría del Sentimiento para delinear una gramática de la vida, mediante la Pedagogía del Sentimiento.

Sobre la Pedagogía del Sentimiento, Ugas G. señala que esta Pedagogía se relaciona con la intuición y la imaginación, mediada por el lenguaje. Desde esta perspectiva, este autor señala que el acto pedagógico es un acto de amor; al considerar esta premisa, el rol del educador debe orientarse a propiciar acciones que permitan construir la confianza, mediante el respeto y el cariño hacia los socios del aprendizaje (estudiantes). Ahora bien, se requiere, entonces, la participación de un maestro(a) investigador y con una alta sensibilidad social, para que pueda ser capaz de comprender las necesidades e intereses de sus socios(as). Construir la confianza, brindando amor y comprensión son los nuevos retos para la constitución del Sujeto Pedagógico; especialmente porque la pedagogía tradicional refuerza, contrariamente, en muchos casos, la indiferencia hacia los socios, hacia sus sentimientos y necesidades; lo realmente importante es el cumplimiento de los objetivos, sin corroborar si realmente hubo aprendizaje, y de no haberlo cuáles razones privaron o limitaron el desempeño académicos. Moles J.(2000) señala, al respecto: “ Lamentablemente el entorno sociocultural propicia en muchas oportunidades la implementación (el reforzamiento) de creencias, actitudes y valores que lejos de contribuir al desarrollo de los individuos (la autorrealización, en términos de Rogers y la corriente humanística) ocasionan lo contrario, incluyendo alteraciones psicológicas y psiquiátriacas.” Sin embargo, la Constitución Bolivariana reclama la formación de ciudadanos y ciudadanas libres, críticos, participativos y corresponsables en la construcción de un nuevo orden social, por esta razón es indispensable la asunción de modelos educativos emergentes como el de la Pedagogía del Sentimiento. Autores como Daniel Goleman instauran el término de Inteligencia Emocional, haciendo referencia a la Actuación eficaz de una persona ante situaciones nuevas que incluyen relaciones mutuas entre individuos y/o miembros de un grupo. Moles, J. identifica diferentes procesos para el manejo adecuado de la inteligencia emocional, son estos: Conocimiento de nuestras emociones, control en el manejo de nuestras emociones, empatizar con las emociones de otros y repertorio de habilidades sociales. Resulta por ello enfatizar que el maestro debe considerar estas premisas para poder construir espacios que ayuden al desarrollo y fortalecimiento de la inteligencia emocional de los socios(as) del aprendizaje, por lo que debe coadyuvar, con la Pedagogía del Sentimiento, en la constitución del Sujeto Pedagógico, propiciando en sus socios(as) la elaboración de metas y proyectos de vida, basados en el descubrimiento de potencialidades aptitudinales y actitudinales y el ejercicio operativo de la inteligencia racional y la inteligencia emocional.

Por otro lado, los valores son sumamente importantes para el manejo de estos nuevos enfoques, lo que implica que la educación en valores desempeña un papel central. Por lo que la gran tarea del sujeto pedagógico es preparar al hombre para elegir y crear los valores superiores en jerarquía. Pero, para lograr esto, diversos factores tienen que participar en el proceso. Pues es necesario reconocer que por sobre todas las cosas, se hace indispensable rescatar lo fundamental de la educación, es decir, la formación. Así lo reconoce Savater (1991) cuando señala: “la educación es tarea de sujetos y su meta es formar también sujetos, no objetos, ni mecanismos de precisión”.

No obstante, es innegable que hasta ahora el sistema educativo se ha limitado a transmitir información, pero no está formando. Dado que educar, según Camps (1994), “es… formar el carácter, en el sentido más extenso y total del término. Formar el carácter para que se cumpla un proceso de socialización imprescindible y formarlo para promover un mundo más civilizado, crítico con los defectos del presente y comprometido con el proceso moral de las estructuras y actitudes sociales”. Por eso se ha insistido en el hecho de que la educación debe ser integral. Con ello, no se está planteando otra cosa sino que la educación para el sujeto pedagógico debe ser espontánea e institucionalizada. Mejor dicho, el proceso educativo puede ser informal (a través de los padres o de cualquier adulto dispuesto a dar lecciones) o formar, es decir, realizado por una persona o grupo de personas socialmente designados para ello.
En cuanto a los valores, estos se pueden considerar como los instrumentos para desarrollar la esencia del hombre y orientar su existencia. Ciertamente la esencia del hombre le es dado. Pero, esta esencia es inacabada, inconclusa y es obligación del hombre la de realizar, de construir, de hacer su esencia. Y esta realización de la esencia habrá de realizarla en la justa medida de las disponibilidades y de las posibilidades que las circunstancias le ofrezcan y necesita de herramientas, que no son otra que los valores. Pues, los Valores pueden ser un potencial ingente de posibilidades, un fundamento para la existencia y una gran esperanza activa par el proyecto de humanización que siempre ha de ser la vida y, en nuestro caso, la acción educativa.

De acuerdo con Kluckhohn (2000), se plantea que: “un valor no es simplemente una preferencia, sino una preferencia que se cree y/o se considera justificada, ya se moralmente, como fruto de un razonamiento o como consecuencia de un juicio estético, aunque por lo general se compone de dos o tres criterios o de la combinación de todos ellos”. Por ello, son un conjunto interiorizado de principios derivados de experiencias pasadas, que han sido analizados en función de su moralidad. Estos principios permiten al individuo actuar, durante un período de tiempo por él determinado con prontitud, de manera previsible y metódica, con plena conciencia de las consecuencias de sus actos y con una sensación de estar haciéndolo bien.

Los valores de acuerdo a la concepción de Scheler son entre otros conceptos:

1.- Cualidades abstractas, instrucciones, visiones y no razonamientos.
2.- El valor convierte las cosas en valederas, de acuerdo a quien los valora.
3.- Son opciones, como escoger una marca, implica una preferencia.
4.- Son principios intrínsecos.
5.- Los valores los fundan las creencias.
6.- Inspiran juicios y al razonamiento moral.

El hombre tiene a cada instante que enfrentar encrucijadas, y para continuar tiene que elegir, tomar decisiones. Pero esta toma de decisiones se complica dado la disyuntiva a la que se enfrenta el hombre. Pues tiene que elegir entre el bien y el mal. En otras palabras tiene que descubrir, reconocer el camino correcto frente al incorrecto. Por eso se dice que los valores están íntimamente relacionados con el fin de la educación que no es otro que la perfección del hombre. Es apenas necesario, acentuar que este es el gran desafío del maestro. En sus manos está la oportunidad de dar vida o muerte intelectual al hombre. En otras palabras, de formarlo, de construirlo, de hacer de él un auténtico hombre. Porque “para ser hombre no basta con nacer, sino que hay también que aprender”, señala Segovia (1997). Es que ejercita las acciones de aprender, desaprender y reaprender en todos los procesos de las acciones educativas, para dar vida al potencial inmenso que permanece dormido en su interior, que lo impulse al océano del conocimiento. Pues, como señala Drucker (1995)-citando a San Agustín de Hipona: “descubrir las aptitudes del estudiante y enfocarlas en la realización es la mejor definición del maestro y de la enseñanza”.

Desde esta posición podemos señalar que es indispensable tomar en cuenta la jerarquía de los valores. Dado que se debe reconocer que unos valores están por encima de otros. Que unos valores son preferidos al resto. Aceptando esto, la actuación del hombre en la vida transitará por el camino correcto: Dado que los valores son la expresión de unos ideales o de unos deseos que habitan y se sostienen en la voluntad; de ahí que podamos definirlos también como el resultado de una opción libre y personal entre diversas formas de vivir o de actuar.

En la sociedad, Heller sostiene que el individuo establece un orden de valor en su seno, involucrado con sus sentimientos, y el hilo conductor en tal operación es la referencia directa a la generidad, la elección entre los valores genéricos y cultivar las características particulares que corresponden en mayor o menor medida al contenido de su valor elegido. La decisión del contenido moral para la cual es necesaria la homogeneización, tiene lugar en el curso de la superación de los conflictos morales. Además, según Heller (1979). “ Sólo se puede considerar como sentimiento lo que se manifiesta directamente en acción (o conducta); en otras palabras, el único criterio indicativo de la presencia de sentimiento sería el comportamiento que expresa ese sentimiento...” Con ello, el sujeto pedagógico debe involucrar en la acción educativa los sentimientos, ya que pasan siempre a través de la reflexión, al cual igual que la mayor parte de las percepciones y sensaciones y coexisten entre su pensamiento y conocimiento para darle sentido a su formación integral.
La estructura de la vida sentimental no puede concebirse de manera "atomística", como si los sentimientos y estados de ánimo estuvieran compuestos por pocos "elementos", a modo de un mosaico. Cierto que el placer y el disgusto se encuentran como "matiz" último en todo sentimiento, pero no son, por decirlo así, elementos químicos de las emociones y estados de ánimo.
Entre las vivencias afectivas más fundamentales se cuenta la angustia (como reflejo emocional de un riesgo total o parcial del ser y del obrar) y el sentimiento de alegría correspondiente a la seguridad del ser y a su libre funcionamiento. Frecuentemente se conglomeran sentimientos y estados de ánimo de diversas clases, y aún opuestos, para formar complejos sentimentales. Igualmente la peculiaridad e intensidad de un sentimiento puede (en el cambio repentino, y el contraste sentimental) co-determinar la naturaleza e intensidad del sentimiento subsiguiente.
Es difícil destacar, vigorosamente, la importancia del sentimiento en el conjunto de la vida anímica tanto moral como patológica (por ejemplo en la psicosis maníaco-depresiva). Como fuerza de primer orden, igual influye en el conocimiento y el juicio que en la orientación teleológica, la peculiaridad formal, la energía, y la debilidad del querer.
Así, la pobreza afectiva constituye una deplorable merma de la riqueza psíquica; una vida sentimental exagerada y sin contención puede inundar toda el alma de perniciosísima manera (arrebatos pasionales, degeneración histérica del carácter, etc.). Por eso se considera, como una de las más importantes tareas de la educación, la de formar para conseguir el dominio directo de una vida afectiva auténtica y orientada hacia los valores. Sobre estas tareas a emprender, la educación se debe construir a través de un currículum que traduzca estas intenciones, efectuando la selección de lo que ha de ser enseñado y determinando las directrices del plan de actuación pedagógico. Los contenidos, orientaciones didácticas y de evaluación seleccionadas en el currículum deben estar explícitos un sistema de valores, normas y actitudes para conseguir los fines educativos propuestos. Implica, que las primeras edades, esta incorporación se produce en función de la aceptación de las normas impuestas. La heteronomía moral, manifiesta durante este período, implica sumisión a las expectativas y convenciones de la sociedad, aunque no se logre totalmente su comprensión.

Más adelante, empiezan a darse fenómenos de identificación por los cuales se asumen los valores proporcionados por un modelo externo o por el grupo de referencia. Progresivamente, se asimilan las normas sociales, comprendiendo y valorando su necesidad, especialmente como medio para evitar ciertos efectos o consecuencias negativas. En períodos subsiguientes, se produce la interiorización de las reglas y normas sociales. En este sentido, la observación, la constratación, la comparación y la imitación son actuaciones base para el aprendizaje de valores, actitudes y normas. A partir de lo que la persona ya conoce y de la organización que posee de la propia experiencia, toma conciencia de ellos paulatinamente y los identifica, diferencia, tolera, apropia y valora.

En el proceso de evaluación es necesario tomar en consideración una serie de factores como las características y necesidades de los alumnos, las condicionantes ambientales y las relaciones del sujeto pedagógico. El maestro ha de organizar las estrategias necesarias y dotarse de instrumentos que faciliten su labor (pautas de observación, entrevistas, etc.). Valores, actitudes y normas han de ser evaluadas simultáneamente a los otros contenidos y ello implica la selección de situaciones de evaluaciones adecuadas. Su evaluación ha de poner de manifiesto aspectos procesuales como el proceso realizado, la evolución de la situación y sus condicionantes, los aspectos que se deben superar, etc. Estos elementos proporcionarán indicaciones que podrán orientar las intervenciones futuras.

El acto evaluativo, desde esta perspectiva, más que un proceso para certificar o aprobar, se coloca como participante, como optimizador de los aprendizajes contribuyendo a proporcionar información relevante para introducir cambios y modificaciones para hacer mejor los contenidos académicos y por ende el currículum. La evaluación, pasa a ser un elemento vivo con una causalidad y una aportación para el alumno. Evaluar no es demostrar sino perfeccionar y reflexionar. La evaluación debe convertirse en un proceso reflexivo donde el que aprende toma conciencia de sí mismo y de sus metas y el que enseña se convierte en un guía que orienta hacia el logro de unos objetivos culturales y formativos.

Los cambios sociales que se están dando en el país requieren, necesariamente, encaminar la educación. Por ello el sistema educativo bolivariano propone la formación humanística de los niños, niñas y adolescentes, fomentando valores trascendentales como la responsabilidad social, el bien común, la solidaridad, la paz, la igualdad social y el amor al prójimo. Es importante el esfuerzo colectivo de todos los actores comprometidos con la formación, se entiende, padres y representantes, maestros(as), miembros de la comunidad, y consejos comunales. Bajo los principios orientadores de nuestros emancipadores, Simón Rodríguez, Simón Bolívar y Ezequiel Zamora, y en correspondencia con los principios constitucionales para lograr la formación de nuevos(as) Republicanos y Republicanas , los maestros(as) tienen un importante rol que cumplir para enfrentar y erradicar la educación tradicional, centrada en el capitalismo, y participar en la construcción de una república socialista, con el apoyo de modelos educativos emergentes como la Teoría de los Sentimientos. El reto es la formación de ciudadanos(as) felices y profundamente comprometidos con el bienestar colectivo y la construcción de un nuevo orden mundial, orden fundamentado en el Humanismo y por ende en la defensa del Ser Humano.

Referencias
Batista José, “Responsabilidad social y los recursos humanos sostenibles”, Revista Gestión Humana, Nº 24, Caracas, 2007.

CAMPS, V. (1998). Los Valores de la Educación. Madrid, Anaya

DRUCKER, P. (1998) La Sociedad Post-Capitalista. Madrid, Anaya

HELLER, A. Editorial: Fontamaría (1979). Barcelona, España

http://maestriarobinsoniana.unesr.edu.ve/moodle/file.php/54/unidadI/biblioteca_de_la_unidad_1/G/

KOHLBERG, L y TURIEL, E. (2000). Desarrollo moral y Educación moral. México. D.F. Editorial Trillas.
MOLES J.(2000). Asesoramiento Clínico.Caracas. Editorial Greco, S.A.
SAVATER, F. (1998). Ética para amador. Barcelona, Ariel s.a.

SCHELER, M. (2000). Editorial: Deutscher Taschenbuch Verlag GmbH & Co.
KG, Barcelona. Material compilado por la Maestría en Educación Robinsoniana. UNESR 2008.

SEGOVIA PEREZ, J. (1997). Investigación Educativa y Formación Profesorado. Madrid, Editorial Escuela Española.
Neptalí Reyes, “Fraternidad Socialista Unida de Venezuela”, Debate Socialista, Nº 14, 2008

VELASCO, C. (1970). Apuntes de Filosofía. Valladolid. Lex Nova.



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